Una de las dudas más comunes hoy en día entre jóvenes y adultos que comienzan a organizar su vida financiera es: ¿es mejor ahorrar o invertir? Aunque ambas opciones son importantes, la decisión depende de tu situación actual, tus metas y tu tolerancia al riesgo.
Ahorrar es guardar parte de tus ingresos para usarlos en el futuro. Normalmente, se guarda en una cuenta de ahorros, una alcancía o instrumentos seguros con baja rentabilidad como certificados de depósito. La gran ventaja del ahorro es la liquidez y la seguridad: puedes usar ese dinero en cualquier momento, y es poco probable que pierdas parte de él.
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Invertir es poner tu dinero a trabajar en instrumentos que pueden darte mayores rendimientos, como fondos mutuos, acciones, bienes raíces o incluso criptomonedas. Pero toda inversión conlleva un riesgo, y los resultados no están garantizados.
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La clave no es elegir entre uno u otro, sino saber cuánto ahorrar y cuánto invertir. Lo recomendable es construir primero un fondo de emergencia de 3 a 6 meses de gastos, y luego empezar a invertir con pequeñas cantidades en productos que entiendas y se ajusten a tu perfil.
Una buena regla es la 50-30-20:
Y de ese 20%, podrías dividirlo por ejemplo en 70% ahorro y 30% inversión si eres principiante. A medida que avances, esa proporción puede cambiar.
Ahorrar te da tranquilidad, invertir te da crecimiento. Ambos son necesarios y deben coexistir en tu vida financiera. Lo importante es comenzar, aunque sea con poco, y hacerlo de forma constante.